domingo, 26 de febrero de 2012

Que veinte años no son nada

Óleo de Jorge Velarde
La Universidad Nacional de Colombia es una de las más prestigiosas instituciones de educación superior; a pesar de no haber aprobado su examen de admisión pude hacer dos cursos libres, uno de los cuales fue faro guía en mi posterior carrera de Literatura en la Pontificia Universidad Javeriana. El otro me dejó una melodramática historia de amor que muy pronto pienso vender a un canal regional para que la convierta en culebrón de media tarde. Por esta (la primera) y muchas otras razones es que con orgullo y desbordada alegría recibí la noticia del ingreso de mi hijo unigénito a la mayor universidad pública del país. Hace unos días fue la semana de inducción y el último acordamos vernos a la salida de sus actividades. Como es usual, tomé un taxi por el corredor Norte-Quito-Sur y llegando al mencionado lugar algo me hizo trasladarme a los tempranos años de la década de los noventa. Había un montón, un chorro, un continuo fluir de muchachitos ataviados de acuerdo a la parafernalia de cuanto grupo, género, subgénero y movimiento contracultural existe.

lunes, 20 de febrero de 2012

Goya, la Colección Rau y el pueblo


"Mujer con una rosa", Pierre-Auguste Renoir

Repasando el álbum de fotos y recuerdos me estrellé con una coletilla de una exposición que, diez años atrás, me permitiera disfrutar de una experiencia de la cual me siento orgulloso y privilegiado: tener el placer de ver una pintura impresionista. La Colección Rau fue una de las exposiciones temporales más exitosas de comienzos de la década pasada, con una asistencia que superó el millar de personas; yo fui una de esas personas, pero fui el último día y padecí las enormes filas que le daban la vuelta a la manzana cultural que en esa época iba como en semilla germinal…

domingo, 12 de febrero de 2012

Los toros a la palestra


"Tauromaquia: Desgracias acaecidas en el tendido",
Francisco de Goya

El humano es un ser particularmente curioso. Parece haber alcanzado la cima evolutiva suprimiendo muchos de los órganos e instintos indispensables para la supervivencia en un entorno silvestre. Es un animal sin pelo, sin garras, bípedo de regular desempeño; por otra parte, su visión es deficiente en la oscuridad, su olfato limitado y su oído es de lo más corriente a nivel biológico. Sin embargo, cuenta con un pulgar oponible y un cerebro enorme capaz de aprender, de recordar; tiene conciencia de sí mismo y es un ser social y cultural.

lunes, 6 de febrero de 2012

Domingo de fútbol en Bogotá

"Mujer leyendo en un jardín", Henri Lebasque

Para mi ego, mi autoestima y mi salud, ha sido un golpe devastador pisar el temido umbral de los cuarenta años de edad.  Por eso procuro olvidarme de las angustias del cotidiano montando en bicicleta, trotando por la alameda del río Fucha y jugando fútbol en cualquier zona verde de esta ciudad. Por eso mismo es que mi frustración no pudo ser más grande cuando, un domingo de sol canicular, me citaron para el cotejo del año en el Parque Simón Bolívar y todo resultó en un chorro de babas, para citar un refrán de típico corte cachaco.

Bodas de plata de un melómano con la Reina Salsa

Coletilla de la boleta del concierto de
Celia Cruz, Daniel Santos y La Sonora Matancera,
el 16 de septiembre de 1988 en Bogotá
Hablar de la salsa como un fenómeno cultural de inconmensurables proporciones no es una labor fácil ni mucho menos, especialmente cuando el escritor, conferencista y hasta atrevido no es salsómano, especialista o profesional de la radio. Mi perspectiva es muy sencilla: soy rockero por naturaleza y melómano por pura curiosidad. Sin embargo, la salsa me representa el sentido de pertenencia que hasta hace pocos años ninguna otra música lograba, más aún cuando mis primeros recuerdos de ver un conjunto de músicos que, en verdad, me conmovía hasta las lágrimas, están asociados con Celia Cruz, Willie Colón y nuestro Maestro Lucho Bermúdez y su orquesta, un 11 de noviembre de 1987 en el Club La Cabaña de Neiva, departamento del Huila, Colombia.