domingo, 27 de mayo de 2012

Amor por Bogotá

"El Grito", Edvard Munch

Cuando uno ama lo hace de manera incondicional, y puede que no acepte defectos ni errores, ni perversiones ni fallas en el objeto amado. Al menos, se adapta a ellos, los incorpora a su vida y no es extraño que termine hallándoles un irresistible encanto. Eso, exactamente, es lo que me pasa con Bogotá. La amo, aún y con todas sus falencias. Lo que me preocupa es que se me está volviendo un amor enfermizo.

domingo, 20 de mayo de 2012

¡Reflauta, arde mi chalet!

"Condorito", Pepo

El proceso de aprendizaje de la lectura es, probablemente, una de las situaciones más complejas a las que se enfrenta el ser humano, sin la cual está indefenso ante los embates de los medios y corre los letales peligros de la ignorancia. Todas las personas tienen ideas, imágenes, ambientes colaterales a tal proceso de aprendizaje, la profesora Hortensia o con algún nombre llevado al más absoluto diminutivo como la señorita Rosita; los cuentos de Pombo o de Pisotón, simpático personaje de la promoción de lectura, un hipopótamo de pedagógicas peripecias.

domingo, 13 de mayo de 2012

Glotonería cachaca

"Armonía en rojo", Henri Emile Benoit Mattise

Una semana de trabajo y estudio en Bogotá significa que el ciudadano se debe armar de paciencia; una buena provisión de ropa para distintos climas, que pueden ser tres en una misma tarde; y dinero y valor para treparse en los buses articulados en donde se verá sometido a todo tipo de vejámenes, toqueteos e intentos continuados de robo, chalequeo y roces con los demás indignados que se transportan en los dichosos buses. El centro de la ciudad es un infierno en vida, roto, desvencijado, víctima de una titánica lucha entre la recuperación de la zona histórica y el avance apabullante de la modernidad. Para poder ir a la Biblioteca Luis Ángel Arango y después hacer cualquier diligencia de banco, el habitante de la ciudad debe disponer de, mínimo, dos horas; saltar cráteres que parecen impactos meteóricos y para enfrentar tal odisea necesita alimentarse, bien y barato. He aquí una guía práctica para que el sufrido ciudadano coma rico y no se quiebre en el intento.

domingo, 6 de mayo de 2012

Zoopicaresca

"New Years Eve in Dogville", Cassius Marcellus Coolidge

Desde tiempos inmemoriales el hombre, la mujer, los niños y niñas han tenido una fascinación irresistible por los animales; desde los taurófilos, cirqueros y traficantes que ven en los bichos un lucrativo negocio, hasta la nena consentida que estrangularía a su madre por un tierno gatito. Y la inclinación por los animales nos impulsa a humanizar sus comportamientos. Pero el problema es que los seres racionales, en nuestra soberbia exacerbada, tenemos la firme convicción de que la ausencia de pulgar oponible le impide a los animales desarrollar malicia, suspicacia, picardía. Soy consciente de que biólogos, zoólogos y etólogos se me van a venir encima argumentando la osadía de meterme en un tema tan complejo como el comportamiento animal. Pero como soy terco como una mula y hablo como una lora, me limitaré a decirles que lo que quiero plasmar aquí es una suerte de bestiario-anecdotario.