domingo, 16 de septiembre de 2012

Historias septembrinas

"Amistad", Marijo Logghe

Amanece. Una brisa helada, devastadora, baja desde los páramos de la cordillera y arrasa con todo vestigio de calor sobre la sabana de Bogotá. Las calles empiezan a poblarse de presurosos ciudadanos que terminan una larga semana de septiembre, semanas laborales de seis días, porque en este sistema no hay manera de descansar, de dejar de producir, de consumir, de ocuparse. Ya habrá tiempo en vacaciones, si los hijos dejan algún momento libre, claro. Ya habrá tiempo para soñar, para viajar, para ver el futuro hacerse presente y, entonces, ya no habrá más tiempo. Mediados de septiembre y los comerciantes informales han comenzado a armar sus toldos e improvisados mostradores en medio de cualquier espacio libre, en las vías peatonales, en los separadores y glorietas, en los resquicios de los edificios inconclusos. Como no hay festivos en este mes, el comercio se las ha ingeniado para seguir sacando provecho del consumidor que resulta siendo veleta a los vientos de las necesidades del capitalismo. Para la segunda semana de este mes se celebra en este lado del mundo el Día del Amor y la Amistad, preámbulo del inicio del fin de año, así de simple. Antes y después del dichoso día se viene anunciando la fiesta del Halloween (que aquí le llaman la Fiesta de los Niños cuando el Día del Niño, declarado por la Unicef, es en abril) y con eso queda sentenciado el fin de año. En este punto la Navidad a la vuelta de  la esquina está.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Mi ruana, mi zarape, mi cultura

"Palomas hacia el mundo",
Patricia Sánchez F. Saiffe

Por múltiples razones existen semanas en las que me corresponde permanecer enclaustrado entre los miles de libros que ya no caben en la casa, entre los miles de datos que nos llegan por el correo electrónico, ocupado en la atención a las mascotas –que son los hijos que decidimos no concebir por nuestros propios medios– y, por supuesto, en compañía de la caja idiota que resulta siendo un buen escape para la rutina de lunes a lunes. Y es que la salida al centro de la ciudad, a los sectores de comercio y entretenimiento, es la mejor terapia para el estrés, para los conflictos maritales, vivenciales, existenciales y hasta religiosos. Los políticos no, esos hay que resolverlos desde el intelecto y el sigilo. Como venía diciendo, es en la salida, en la escapadita a las bibliotecas y las conferencias, donde se hallan los mejores temas de conversación, de reflexión y hasta de polémica.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Pintor, artista, hombre

"Coleópsama Artis X", Omar Rayo

La ciudad en la que habito es tan grande que es prácticamente imposible de conocer en su totalidad. Un importante sector de la población, la que sostiene al resto, vive en lugares localizados lo más alejados en lo posible de su lugar de trabajo. Esto se traduce en una sustancial reducción de su tiempo libre puesto que se les va buena parte de la vida apretujados en alguno de los medios de transporte de esta ciudad. No tiene el ciudadano promedio ni el tiempo, ni los medios, ni la disposición para observar su ciudad de una manera diferente, no puede apropiarse ni de sus espacios, ni sus escenarios cuando pasa de afán para cumplir horarios y reglamentos que lo reducen a su mínima expresión. Hace unos años escuchaba a alguna persona cercana a la familia decir: “es que ver películas colombianas no tiene gracia, uno conoce todos esos sitios que muestran ahí”; es evidente que la persona en cuestión no le daba el valor suficiente a los espacios de nuestra patria, de nuestra ciudad, para ser específicos, como para aparecer en un film. La gente va por la ciudad angustiada por la falta de trabajo, por la inseguridad, por los bajos salarios, la falta de oportunidades, el desgaste diario de sobrevivir.