"La libertad guiando al pueblo", Ferdinand-Victor-Eugene Delacroix |
–Pá’, me voy a presentar a la Universidad Nacional –me
dijo con el mismo afán que me decía “hoy juega la Equidad Seguros”… Muy bien,
pensé en mi fuero interno.
–¿Y a qué? –pregunté sin el menor interés, dada la
confianza del caso.
–Sociología –respondió el adolescente en la misma
tónica. Mierda, otro Mamerto en la familia, fue mi pensamiento cuasi respuesta.
Por esos mismos días tuve un fuerte roce
político-idelógico con un viejo compañero de aventuras y aguardientes y, en
medio del fragor de la discusión, me espetó en el rostro: ¡Qué comentario más Mamerto!
Di por terminada la conversa, bogué hasta el fondo mi vaso de whiskey escocés y abandoné el lugar
rumbo al taxi que, impaciente, me esperaba desde hacía quince minutos….
Mamerto: ¿qué demonios significa, en realidad, ser
Mamerto, pensar Mamerto, actuar Mamerto, comentar Mamerto? Habría que empezar,
como recomienda Samper Pizano (el bueno) por hacer un rastreo etimológico del
asunto. El término en cuestión se origina al interior mismo del Partido Comunista
Colombiano. Qué dato tan Mamerto, interpelaría mi vetusto colega. Bueno,
sigamos adelante, porque para atrás ni un paso, ni para coger impulso. La
palabreja nació a mediados de los años sesenta del siglo veinte cuando
Francisco Garnica, célebre y brillante militante de la Juventud Comunista (JUCO,
recordados grafiteros) armó toldo aparte y se fue con el Partido Comunista de Colombia,
diferente del Partido Comunista Colombiano. Al ser incluido en la lista de los
dirigentes del PC Colombiano, montó en cólera y exigió que se le sacara de tal cuadro
de mando donde figuraban Filiberto Barrero y Gilberto
Vieira; sin abandonar el buen humor pidió: “ no
ser confundido con Filibertos, Gilbertos y demás Mamertos…” Desde entonces, y vaya usted a saber por qué,
el sentido de tal expresión ha pasado a ser un arma ofensiva para los distintos
frentes del debate político.
Para los militantes más recalcitrantes de
izquierda, muchos de los cuales hoy son orgullosos abuelos de estudiantes del
Externado o de la Javeriana, se designa Mamerto al intelectualoide que descuida desde su misma presentación personal por andar inmerso en Marx y sus múltiples
interpretaciones; que fuma marihuana más por postura coherente que por puro
gusto, que es por lo que se debería fumar, como se ingiere alcohol –claro
que el alcohol termina por convertirse en una convención social, qué curioso–; y
que, finalmente, tiene una acción nula en el quehacer revolucionario.
Para la derecha es más simple: se trata de
cualquier individuo que se oponga al neoliberalismo, ese que pone en marcha
nuestras industrias y hace figurar al país en el mapamundi por algo más que por
el tan cacareado narcotráfico. Y yo, que me atoro cada vez que pienso en Mc
Donald’s, pienso en la antigua Calle del Cartucho, así denominada porque en sus
buenas épocas los balcones lucían orgullosos sus flores de cartucho; en las
personas que día a día son desalojadas de sus hogares, de sus parcelas, de sus
zonas de pesca porque ahí esta pleno para cultivar, por ser punto estratégico
de operaciones militares, porque los gringos están pagando muy bien esas
piedras raras. Pienso en los hogares comunitarios que enseñan a leer a sus
niños con catálogos de productos de belleza porque no hay otro tipo de
literatura que llegue hasta allá; en el niño muerto de hambre en Ciudad Bolívar
que para no entrarle al juego de la delincuencia se “regala” para el servicio
militar y se convierte en soldado profesional y se le va la vida en darse plomo
con otro compatriota que seguiría igual de muerto de hambre si no empuña un
fusil… Si pensar en esas cosas es ser Mamerto, acabo de caer en cuenta de que
lo que me dijo el desorientado de mi compañero es completamente, de cabo a
rabo, una verdad de a puño!
Si veo el noticiero cada mediodía y se me da por
indignarme con una tracamanada de financistas que desangran el erario se
traduce en Mamertismo, pues sufro del mal; si me levanto cada día y me duelen
los niños que corren unos metros adelante del camión de la basura para trabajar
con el reciclaje o para “completar” el desayuno, sí soy un detestable Mamerto; si
en el diario Mío encuentro la noticia
de un enfrentamiento en el que cayeron un montón de tipos de bando y bando, y
me duele, y pienso en cada una de esas familias que perdieron un hijo, un
esposo, un padre, un maldito primo que se fue pa’l monte, pues sí, soy Mamerto,
¿y qué?
Pero si me encuentro con un compañero militante y
me friega la vida con que me gradué de una universidad privada, que tomo Coca-Cola, Budweiser, Jack Daniel’s,
y que trabajo para un corporación, bien puedo decirle que mi hijo está educado
en la más fiel doctrina socialista: en la casa, la familia, en el núcleo, no
hay pertenencias particulares, no es el DVD de mi pá’, no es la calculadora de
mi hermanastra, no es el secador de pelo de mi mamá. Y si no empezamos por ahí,
¿entonces por dónde?
No sé si realmente mi decrépito amigo logró
ofenderme con su ataque reaccionario y a todas luces capitalista, Mamerto =
Arrancado. Pero sí pudo hacer que me viera en el entorno social y me hizo ver
que tener un empleo, una casa, unas posesiones materiales, en realidad no es lo
importante; lo importante es que mi propia comodidad no me impide ver la
carencia de mi prójimo y solidarizarme con su lucha.
Algunas otras cosas que nos interesan a nosotros los mamertos… el destino de las valiosas colecciones del recién clausurado museo del siglo XIX, la salida de la curadora del Museo Nacional Cristina Lleras, la autonomía del Museo de la Independencia para abordar en una de sus salas la toma al palacio de justicia, la exposición tristemente temporal sobre Carlos Pizarro en el Museo Nacional, la sala a Pablo Escobar en el Museo de la Policía, el programa de fortalecimiento a museos (antigua red nacional de museos) del ministerio de cultura, la trasnochada ley general de cultura…
ResponderEliminarCaballero, me agradó muchísimo este texto. Además si bastara para luchar no consumir Coca-Cola hace años el capitalismo estaría con el culo pa' arriba y ahogándose, aquí el cuento es hacer más. Sí, se puede tomar Coca-Cola pero también pueden los obreros expropiársela a quienes los explotan. Gracias, chinazo http://www.youtube.com/watch?v=2bWQ34a084c
ResponderEliminarMuy buen escrito. Flicitaciones por la creación. Que bueno que haya gente como usted, que escribe este tipo de cosas. Lo de estudiar en una universidad privada no le impide a Uno hacer toda la crítica que quiera y pensar de la manera que piense. Bravo, Doctor Alba.
ResponderEliminarbe mamerto not just walk into a public university pulling pierdra is to bring tangible ideological burden without affecting the private property with state taxation (taxes) work once we have acquired a piece of history of this city belongs to us so not want
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