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"Armonía en rojo", Henri Emile Benoit Mattise |
Una semana de trabajo y estudio en Bogotá significa
que el ciudadano se debe armar de paciencia; una buena provisión de ropa para
distintos climas, que pueden ser tres en una misma tarde; y dinero y valor para
treparse en los buses articulados en donde se verá sometido a todo tipo de
vejámenes, toqueteos e intentos continuados de robo, chalequeo y roces con los
demás indignados que se transportan en los dichosos buses. El centro de la
ciudad es un infierno en vida, roto, desvencijado, víctima de una titánica lucha
entre la recuperación de la zona histórica y el avance apabullante de la
modernidad. Para poder ir a la Biblioteca Luis Ángel Arango y después hacer
cualquier diligencia de banco, el habitante de la ciudad debe disponer de,
mínimo, dos horas; saltar cráteres que parecen impactos meteóricos y para
enfrentar tal odisea necesita alimentarse, bien y barato. He aquí una guía
práctica para que el sufrido ciudadano coma rico y no se quiebre en el intento.