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"Sucre atardecer", Juan Carlos Díaz Méndez |
En la mañana del sábado me desplazaba
con mi hijo por las calles de un barrio cuya reputación es dudosa, el San Jorge
Central; entre chiste y chanza resultamos hablando de la naturaleza violenta
del ser humano, de la inclemente ola de violencia que ha forjado la historia de
este país y, como en la divagación está el placer, resultamos hablando de
migraciones, mutaciones y fusiones de la música. Colombia debe su riqueza
musical no sólo a la inmensa variedad de ritmos y géneros que se dan en el
territorio nacional, sino que debido a las migraciones como la colonización
antioqueña y los desplazamientos forzados como a los que fue sometida la
población sabanera de Sucre a causa de la Guerra de los Mil Días, las músicas
se han trasladado, mezclado, nacido y muerto.